La extracción de carbón, oro y otros
materiales que se hace sin permisos, un trabajo que a su vez contamina sin
remedio las fuentes hídricas y el aire, ya se ubica en el 44 por ciento de los
municipios colombianos.
Y, como se ha extendido como un cáncer,
tampoco pasa desapercibida. Esa minería 'de hecho', informal e improvisada, y
que no respeta la ecología de los lugares donde se practica, está representando
el 30 por ciento del total de explotaciones mineras nacionales.
Así lo pudo establecer un informe sobre el
tema efectuado recientemente por la Defensoría del Pueblo en 1.010 municipios y
que EL TIEMPO pudo conocer en exclusiva.
Córdoba, Boyacá, Risaralda, Quindío, Valle,
Caldas y Antioquia son los departamentos con el mayor porcentaje de municipios
invadidos con extracciones no legalizadas o de hecho, en la que trabajan
alrededor de 15 mil familias.
"Hoy en día, la minería ilegal es la
actividad humana que mayor impacto está causando sobre los recursos naturales
del país", dice Vólmar Pérez, defensor del Pueblo.
Son tres los mayores inconvenientes causados
por esta actividad: afectaciones medioambientales, daños a la salud de las
comunidades y accidentes que dejan muertos y heridos. Todo, dice el informe, en
medio de la mirada inoperante del Estado.
"El Gobierno ha propuesto tres programas
de legalización, que han tenido una eficacia menor al 1 por ciento",
explica el estudio. Sólo en el 2006, la Contraloría General de la República
estableció que el programa de legalización costó 8.270 millones de pesos y sólo
se ejecutó en cuatro contratos de explotación.
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Las explotaciones de oro, carbón y materiales
para la construcción, lo que más se saca del subsuelo, han permeado seis áreas
protegidas públicas adscritas a Parques Nacionales Naturales. Pero, sin duda,
las más perjudicadas son las zonas de páramo. En esto coincide una
investigación de Guillermo Rudas, consultor del Consejo Nacional de Planeación,
y revelada recientemente por la Universidad Nacional, según la cual en el 2010
habían registrados títulos mineros en 122 mil hectáreas de páramos, de los
cuales se abastecen cientos de acueductos regionales. Por esta razón, 22 de las
34 grandes áreas de este tipo del país están en peligro de extinción. Igual
sucede con las reservas forestales, pues de 51,5 millones de hectáreas
destinadas en Colombia, en cerca de 1,3 millones hay minas.
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